Nota escrita por el Dr.
Ricardo Héctor Petrelli.
El día lunes 12 de mayo de 1997, la prensa mundial mostraba en su
primera plana, un hito en la historia de la humanidad:
- "La supercomputadora venció al campeón mundial
de ajedrez"
- "Histórico triunfo de la máquina sobre el
hombre"
- "Deep Blue le ganó a Garry Kasparov la partida
decisiva del match jugado en Nueva York"
- "Se abre un nuevo horizonte para la
ciencia"
- "Los especialistas dicen que este es un triunfo
de la mente humana, que creó a la máquina"
- "Discuten qué es la inteligencia"
- "Kasparov admitió que había tenido miedo y dijo
que se sentía avergonzado" (portada del diario Clarín, de Buenos
Aires).
Actualmente, llegar a la mejor jugada de ajedrez
por descarte, como lo hace Deep Blue a una velocidad infernal, puede
superar, a veces, al pensamiento humano que llega a la misma (o no) por
varios factores (entre ellos, por concepto), opina con acierto Luis
Scalise.
Y añade que varios maestros de ajedrez (y de otras disciplinas) han
concebido sus más grandes creaciones viajando en el subterráneo, en una
sala de espera y hasta en estado de somnolencia. Difícilmente una
computadora salga desnuda de un baño gritando ¡eureka!, ¡eureka!.
Danny Hill, inventor del sistema de computación paralela, dice que
afortunadamente para el ego humano, es poco probable que las máquinas se
vuelvan de pronto tan inteligentes como las personas. La inteligencia es
complicada y multifacética, no un único principio mágico.
Otro punto a discutir, adentrándonos en el siglo XXI: si la máquina
llegara a hacer todo o casi todo, ¿qué haría el hombre?, ¿ocio
recreativo?, ¿sería médico de las maquinas?. Y pegado a este tema surge
otra diferencia, que para los chips será una barrera muy difícil de pasar:
los sentimientos.
Al perder su primer encuentro contra una computadora, el por entonces
campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov, hizo un gesto ancestral:
levantó las manos al cielo, como si le preguntara a Dios la razón de su
derrota. Frente a él, Deep Blue (Azul Profundo), la computadora que
analiza 200 millones de jugadas en lo que se tarda en leer la palabra
"hola", no pudo alzar el brazo que no tiene para festejar el histórico
triunfo en la partida decisiva, y la apertura, según los especialistas, de
nuevos horizontes en la relación hombre máquina.
El epistemólogo Gregorio Klimovsky admite que si bien hay gente a la
que le puede dar miedo la victoria de la máquina, a él le da más miedo que
se use mal la técnica, no que exista.
¿Cuál es mi postura personal sobre el colosal duelo hombre versus
máquina?
Si consideramos que la inteligencia es la capacidad para resolver
problemas nuevos, es evidente que la inteligencia artificial se ha
transformado en un serio rival de la inteligencia humana. Y admito que la
victoria de Deep Blue sobre Garry Kasparov es un durísimo impacto en el
narcisismo humano.
Una vez leí que la genialidad estribaba en ir de A a C sin pasar
por B. Y hasta ahora, que yo sepa, los
pocos casos que encontré en la historia son, orgullosamente, exclusivos
del género humano. .
Buenos Aires, marzo de 2001 |